lunes, 11 de agosto de 2014

5ta historia: "Los vendedores del mas allá".

Hola hola gente del blog! Después de un tiempo sin publicar nada (ya que estuve ocupado con tareas, estudio y problemas personales), vuelvo al rincón para dejarles esta historia de terror - si me permiten llamarle así -, que vengo escribiendo hace un tiempo. Decidí hacer algo diferente esta vez, desviarme del tema del amor y lo relacionado. Y bueno, surgió la idea de escribir esta historia para ustedes así que... Bueno, a continuación se las dejo. Espero que la disfruten y que se asusten mucho, porque yo casi siempre la escribía a la noche, después de las 00:00 hs, y créanme que se necesita imaginarlo todo xD

Ah, les recomiendo leerla a la noche y en lo oscuro. Porque si la leen de día no produce tanto efecto x3
Disfrútenla.

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Los vendedores del mas allá


La familia Jefferson, una típica familia promedio, se acababa de mudar a la bella ciudad estadounidense de Montgomery. La casa era bastante vieja, un poco rajada en algunas partes, y en otras algo despintada. Pero era muy grande y aun mantenía la hermosura que tenía desde su construcción. Era una linda tarde en ese entonces. El vecindario estaba habitado por gente humilde, y una que otra casa de gente adinerada. George, de 7 años, y Dimitri, de 16, eran los hijos de la pareja recientemente casada: Josef Jefferson y Jennifer Craft. A pesar que la casa en su esplendor daba algo de miedo, la familia no se resignó. Y se quedaron en la misma, sin presentar alguna duda al vendedor: un hombre viejo y barbudo que, aparte de efectuar la venta, había relatado algunas cosas extrañas que allí sucedían. Josef no prestó atención a esto, ya que lo creía imposible y estúpido, y adquirió la propiedad sin prestar atención a ello.
La residencia era de 3 pisos, muy grande y extensa. Tenía habitaciones amplias, pasillos largos y altos, un sótano y otros cuartos que aun ni siquiera se conocían, junto a unos 107 años de antiguedad. Según se decia, la casa en un pasado habia pertenecido a una antigua mujer millonaria que fue ampliando la propiedad al enloquecer por la muerte de su esposo. La casa llegó a ser muy grande, hasta el tamaño que hasta ese entonces conservaba. La mujer envejeció, se enfermó y murió, dejándole a su único hijo, Thomas Greenwich, una herencia medida en millones de dolares y el inmenso inmueble que habia construido. Se dice que Thomas partió a Francia donde residía en el presente y vendió la casa a un viejo multimillonario, padre del hombre barbudo que vendió la propiedad a Josef. Lo que pocos sabían era que la mujer – la cual hasta ahora no se sabe su nombre – había fallecido dentro de la casa, en uno de los pasillos por donde solía pasear su esposo, el cual también tenía como lecho de muerte ese lugar. Y que nada mas ni nada menos que sus espíritus rondaban por aquellos lugares – motivo principal por el cual se presentaban problemas a la hora de conseguir un adquisidor.
Al presenciar el tétrico y tenebroso aspecto de la casa, la familia pensó que esta adquisición no habia sido buena idea. Pero Josef los convenció de que nada extraño pasaría allí y que la casa “solo era tenebrosa aparentemente”. Pero al pasar los días, la familia incrementó su miedo cuando entre los miembros de la familia empezaron a descubrir pasadizos secretos, puertas encadenadas con candados para no ser abiertas nunca, pasillos ocultos subterráneos, y otras cosas que daban que pensar. Una vez más, Josef los tranquilizó y los convenció de que nada malo les pasaría, que esa casa era una casa común y corriente, y que los rumores que se oían por ahí acerca de la casa eran falsos. La familia ante estos argumentos se sintió más tranquila, y todos se convencieron de que nada malo pasaría…

Todavía…

Una tarde, Josef tuvo que hacer horas extra en su trabajo. Por lo que tuvo que quedarse allí. Y Jennifer salió de compras. Los dos niños se quedaron solos. Aunque esa tarde había un sol inmenso que no dejaba de brillar, la casa aun así era oscura por dentro. A Dimitri no se le ocurrió una mejor idea que ir a recorrer un poco la casa. George lo siguió.

Los pasillos de la casa eran inmensos. Algunas veces llegaban al final y enlazaban con otros. Otros pasillos atravesaban la casa de punta a punta y otros se cruzaban. Era algo fácil perderse allí. Pero decidieron correr el riesgo y dar un paseo por los mismos.

Iban caminando por uno de los pasillos, cuando al final del mismo, una sombra atravesó el corredor.

Los dos quedaron fríos. Sentían que una leve brisa fresca corría.

-        -  Mejor vayámonos de aquí, George. – Dijo Dimitri, medio atemorizado.
-        -  Vamos – Le respondió el niño.

De alguna forma, ya que no estaban muy lejos, lograron regresar.
En la noche, les contaron lo sucedido a sus padres. Josef se sintió algo incomodo, ya que él sabía acerca de las cosas raras que sucedían allí. Pero decidió permanecer callado para quedar libre de culpa. Su madre pensó que solo se trataba de una broma, por lo que solo los evitó, y todo siguió como cualquier otra noche.
Dimitri estuvo incomodo toda la noche, y no pudo dormir bien. Pero se convenció a si mismo diciendo que lo que había visto esa tarde no era nada más que una tonta visión que la casa, al ser tan tenebrosa, había reflejado en él.
Al día siguiente, nuevamente a los niños les toco quedarse solos en la casa. Por lo que tuvieron que enfrentar una vez más al miedo que los agobiaba. Esta vez Dimitri quiso salir de nuevo a investigar, pero internándose más dentro de la casa por el simple hecho de indagar misterios. George quiso detenerlo con la excusa de que era una mala idea. Y que podía perderse allí dentro. El muchacho lo tranquilizó, diciéndole que volvería. Y para asegurarse, ató un hilo a la pata de la mesa del hall – lugar de donde partía el pasillo principal – para “trazar” un camino y así saber por dónde regresar. Y llevó consigo una linterna, por si acaso.
Saludó a su hermano, que estaba algo asustado. Y se internó en los oscuros pasillos hasta desaparecer de su vista.
La casa parecía realmente aterradora a medida que se entrometía mas y mas en la misma. Y cada vez la situación se ponía más arrogante y oscura. Por lo cual encendió su linterna y siguió camino hasta llegar a otro pasillo perpendicular, que daba final al pasillo principal. Siguió hacia la izquierda y recorrió unos metros más. El hilo se había acabado. Pero como no había descubierto nada que saciara su hambre de misterios, decidió dejar el hilo en el suelo y seguir camino por su propia cuenta. Una grave decisión que en el futuro lamentará haber tomado.
Siguió recorriendo pasillos, girando en varias ocasiones y atravesando varias puertas. Iba revisando habitaciones y siempre encontraba cosas insignificantes. Otras estaban cerradas y otras estaban vacías. Miró su reloj, y vio que ya era hora de regresar. Pero se encontró en la grave situación de cómo regresar. Intentó recordar lo poco que recordaba del camino, y se guió con estos únicos pensamientos con los que contaba. Otro grave error. Ya que esto lo perdió más aún.
Su hermano había quedado sentado en el sofá del hall. Miró la hora. Sus padres ya estaban regresando. Comenzó a preocuparse. Su hermano aun no regresaba y ya era tarde.

Dimitri llegó a la conclusión de que se había perdido completamente.

Intentó gritar, hacer ruido, pero nadie lo escuchó.

Llegaron los padres. Ambos le preguntaron al niño donde estaba su hermano. Tuvo que afirmarles que su hermano se había internado en la casa pero que aun no había regresado. También les contó el uso del hilo, para marcar su trayectoria. Ambos padres, preocupados y aterrados, corrieron por el pasillo principal siguiendo el hilo. Llegaron hasta el final y doblaron a la izquierda. Y metros mas allá, se encontraron con que el hilo llegaba hasta ahí. Pero al final del mismo, no había nadie. No había nada.

Josef se agarraba la cabeza en gesto de dolor, cayendo de rodillas en el suelo.

-        -  ¡Dimitri! ¡Dimitri! ¡Hijo! ¡Ven! ¿Donde estas?
-        -  ¡Dimitri! ¿Donde estas hermano? – Exclamaba el niño.

Los gritos resonaban por el corredor. Pero no había señales del adolescente perdido. Ni voces, ni gritos, ni huellas… Nada.

Regresaron. El padre, sintiéndose totalmente culpable, yacía sentado en el sofá con el ánimo por el suelo. Su esposa estaba haciendo la cena y George jugaba con sus juguetes. Todos con la esperanza de que su hijo aparezca por el pasillo principal, brincando y saltando como de costumbre…

Pero no apareció…

Al día siguiente los padres, preocupados y atemorizados por la extraña desaparición del muchacho, decidieron pedir ayuda al hombre que les había vendido la propiedad. Fueron hasta su vivienda y golpearon la puerta con furia. El sujeto abrió, y les preguntó qué necesitaban. En un abrir y cerrar de ojos, la mujer, enfurecida, empezó a lanzar preguntas por doquier: - ¿Qué oculta la casa? ¿Qué clase de misterios ocurren allí? ¿¡Dónde está mi hijo!? – Mientras que sus gritos se escuchaban por toda la cuadra.

El barbudo masculino, lo más sereno y sincero posible, respondió:
-     - La casa es suya a partir de ahora. Deben hacerse cargo de los problemas que pueda ocasionar la misma, incluso de los daños que se lleven a cabo. Desde ya les abierto que la casa tiene muchos problemas y no ha tenido contacto con humanos en mucho tiempo. Quien sabe con lo que podrían encontrarse allí. Debieron tener cuidado antes y tomar precauciones con anticipación. El señor Jefferson supo en un principio de que les estoy hablando. Si no han sido advertidos por él, es su funeral.

La mujer, enfurecida, lo miró a su esposo reflejando el profundo odio en sus ojos. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y se marchó del lugar, junto a su pequeño hijo, que la siguió por detrás.
El antiguo dueño de la casa finalizó:

-        -  Tengo cosas que hacer. Vivo solo y mi casa no se va a limpiar por sí sola. ¡Que tengan un buen día! Ah, y espero que encuentren a su hijo perdido. Aunque, yo a esta altura, lo daría por cadáver.

Y dibujando en su rostro una sonrisa notablemente burlista, cerró la puerta. El padre, indignado, se fue a su casa sin decir una palabra.
Cuando Josef llegó a su casa, notó que su mujer no se encontraba en la cocina, ni en el living, ni en las habitaciones. Encontró a su hijo George en su cuarto, a quien le preguntó sobre el paradero de su madre. El niño solo respondió:

- Fue a buscar a Dimitri. Quise acompañarla, pero no me lo permitió.

- ¡Está loca! ¡Está loca! Tenemos que ir a buscarla. No, no. Mejor quédate aquí. Yo iré a por ella. ¡No te muevas de aquí! – respondió Josef nervioso y atemorizado. Y se internó en los pasillos a paso aligerado hasta perderse en la oscuridad.

Los minutos pasaban, y la ausencia extensa de todos los miembros de la familia se volvía cada vez más inquietante. Una brisa escalofriante corría por el pasillo principal y llegaba hasta el hall. Lo que a George le producía un poco de escalofríos.
Entonces, no se le ocurrió mejor idea que seguir el camino de sus progenitores. Y con un poco de miedo – y una pequeña linterna que encontró en la habitación de los mismos – siguió el camino de su padre.

Se perdió completamente. Y, caminando sin rumbo, no se detuvo hasta encontrar una pista, una salida, o a algún miembro de su familia desaparecida.

La oscuridad era inminente y la casa se volvía cada vez mas atee. Brisas de aire escalofriantes paseaban por los pasillos. Las paredes estaban todas manchadas y muchas de esas manchas representaban formas, formas escalofriantes. El niño no se detuvo, aunque estaba muy asustado, y siguió buscando algo o alguien que fuese aliviador para su imaginación.

Fue cuando un grito desgarrador aturdió sus oídos.

Quedó perplejo, atónito.

Corrió… Pero, ¿hacia dónde?

No sabía a dónde se dirigía. A donde correr, con que se encontraría, que vería en su camino… No le importaba nada. Solo ponerse a salvo. Corría, corría por pasillos aleatorios. No se detenía. Las paredes se tornaban rojas, tenían manchas de sangre, manchas negras que formaban personas, personas deformadas, personas gritando, formas extrañas que eran horribles con tan solo mirarlas. El piso estaba rajado, viejo, dañado, tenia rastros de sangre y las manchas extrañas de las paredes también se dibujaban en el mismo. Pero, no miraba en absoluto hacia ellas. Corría, sin rumbo ni detención. Huesos humanos yacían en las esquinas. Calaveras, símbolos satánicos y mensajes diciendo “VETE DE AQUÍ” “SAL DE ESTE LUGAR” “TE ARREPENTIRAS DE HABER ENTRADO A MI CASA” permanecían dibujados en las paredes con sangre y pintura negra. George corría, corría sin parar… Hasta que otro grito desgarrador resonó en los pasillos a unos metros más adelante. Se escuchaban crujidos por todos lados, se escuchaban pasos, golpes en las paredes… Sin detenerse, tomando cualquier camino al azar, corrió, sin saber a dónde iba, hasta cansarse y agotar sus fuerzas hasta incluso no poder avanzar. Se vio obligado a descansar, y reposó en un sofá – muy maltratado – que se encontraba en su camino.

Observaba hacia ambos lados, por si algo o alguien aparecía. Pero lo único que se sentía era la presencia de un profundo silencio, y las brisas de aire que apenas movían su cabello. El suspenso se tornaba aterrador.

Decidió continuar. Mientras caminaba, a pocos metros de él, notó que la puerta de una habitación estaba abierta. Y unas voces – las de una persona adolorida – escapaban de la misma.

Al notar la masculinidad de los gemidos, George pensó en su padre. Y concluyó que ese hombre con voz dolorida podría ser él… Corrió… Pero al llegar hasta la puerta, el niño dijo “¡PAPÁ!”… Y aquello que vio lo dejaría fuera de cordura tanto a él como a cualquier otra persona que se encontrara en su lugar…

En primer plano, vio la cabeza de su padre, decapitada, incrustada en un trozo de madera desde su parte inferior y ensangrentada hasta sus ojos. La madera estaba perfectamente parada a un metro de la puerta, en forma de trofeo. Y a su alrededor, un sinfín de órganos y piezas del cuerpo de Josef… Desparramados al azar por toda la habitación. Del techo caían gotas de sangre, y por las paredes otras más las recorrían en su totalidad. Una mano del cadáver reposaba aferrada a un sofá rojo que se encontraba allí, las piernas estaban a la mitad y parecían arrancadas y partidas a pedazos. Los intestinos estaban colgados del ventilador de techo, el corazón estaba fijado en un perchero junto a otros órganos que también permanecían en él. La habitación tenia las paredes casi completamente salpicadas de sangre, y en partes se retrataban líneas rojas de dedos queriéndose aferrar a ella. Y un mensaje, escrito con su propia sangre: “ERES EL SIGUIENTE”.

El niño dio un grito de horror, se echó hacia atrás, completamente horrorizado, y se apoyó en la puerta de enfrente, la cual se abrió al soportar su peso. George cayo sentado en el suelo, la puerta se abrió completamente, y sin mirar atrás notó salpicaduras de sangre en las paredes de la habitación, al igual que en la de enfrente. Entonces giró su cabeza para ver a su alrededor, y al mirar hacia atrás, vió la cabeza de su madre, decapitada, incrustada en otro pedazo de madera, exactamente igual que la de su padre. Solo que a ésta le habían quitado los ojos. Su cabello, que era largo en un principio, había quedado corto y rasgado, y ensangrentado. Su rostro estaba muy dañado y cortado. Al ver la cabeza de su madre en ese estado a tan solo unos centimetros de él, un infarto inminente estuvo a punto de acabar con la vida del niño, pero no alcanzó a hacerlo. George se arrojó hacia atrás, dando otro grito de horror que resonó en todo aquél pasillo. Y notó que partes del cadáver de Jeniffer estaban desparramadas por toda la habitación tal cual se encontraba el cadáver de su padre. Retrocedió, impactado, atónito, se paró, miro hacia ambos lados del pasillo, comenzaron a resonar gemidos provenientes de varias habitaciones, las puertas de las mismas comenzaron a abrirse y cerrarse con fuerza. George corrió hacia donde pudo, huyendo de ahí. Llegó a una intersección, miró hacia la derecha, estaba muy oscuro y carecía de luz. Miró hacia la izquierda, y bajo uno de los candelabros exóticos vió a su hermano Dimitri algunos metros mas allá, de pie, de espaldas. En postura erguida y con la cabeza abajo. Su ropa estaba ensangrentada. Corrió hacia el, gritando “¡HERMANO! ¡HERMANO!” mientras lagrimas de miedo y de terror corrían por sus mejillas. Pero cuando estuvo a solo un metro de él, se detuvo, al notar que su hermano no daba respuesta alguna. Y entonces le dijo en voz baja, entre lagrimas:

- Hermano. ¿Qué pasa? Mírame, soy yo, George. ¿Por qué estas tan ensangrentado asi?

El hermano respondió, con voz ronca:

- Te estaba esperando...

George se asustó ante esta respuesta. No la había visto venir.

- Hermano. ¿Qué te sucede? ¿Qué significa esto? Date la vuelta, ¡mírame! ¿Sabias que mataron a nuestros padres? ¿Sabias que…

Miró la ropa de Dimitri, y pensó en lo peor. Lo cual era nada mas que la cruda realidad.

- Son muchas preguntas. Pero no te preocupes. Yo me encargaré de respondertelas en el mas allá, cuando termine con todo esto – Dijo el adolescente.

El niño reconoció, ante el terrorífico panorama, la realidad que aclaró todas sus dudas.
Su hermano se dio vuelta, y lo miro fijamente. Su rostro estaba pálido, rasguñado, cortado. Le faltaba un ojo, tenia todo su pecho manchado de sangre y sus labios cortados. Suspiraba roncamente. Tenia una mirada psicópata, los ojos hundidos y lagrimas de sangre corrían por sus mejillas. George se asustó, y cayó al piso. Dimitri se abalanzó sobre él. Lo tomó de sus pies. El niño gritaba muy fuerte. - ¡Hermano! ¡Hermano! No me hagas daño, ¡por favor! ¡Suéltame! ¡Suéltame por favor, suéltame! – Le repetía a su hermano una y otra vez mientras lloraba desconsoladamente y gritaba de miedo y terror. Su hermano le decía que siga gritando, que grite todo lo que quiera, que nadie lo escucharía. En su camino se encontró con algunas puertas abiertas, en las que en cada una se veía partes de cadáveres viejos y en descomposición, pertenecientes a víctimas que habian sido asesinadas en el pasado. Y las cabezas decapitadas de esas personas – algunos ya siendo solo calaveras – yacían sobre pedazos de madera tal cual lo habían hecho con sus padres. Dimitri siguió arrastrando a su hermano hasta una habitación limpia. Su hermano no dejaba de gritar, llorar, suplicar… Pero todo fue en vano. Fue arrastrado hasta adentro, y la puerta se cerró detrás de él, en la plena oscuridad…

Y el resto es historia…

Se dice que Dimitri se suicidó, clavandose un rompehielos en el pecho. Cayó tendido al lado de su hermano, el cual habia sido destrozado atrozmente como todos los demás. Y tambien se dice que la aterradora historia de esta familia nunca se llegó a saber, y nunca llegó a manos de la justicia, y que su fin fue el mismo que tuvo la familia que antes habia adquirido la propiedad.

Hasta la actualidad los cadaveres de esas personas siguen ahí dentro, perdidos y descuartizados en habitaciones oscuras, hasta descomponerse con el tiempo...

Las almas de los antiguos dueños de la casa, los Greenwich, hasta la fecha siguen esperando la llegada de nuevos inquilinos, para tomar posesión de uno de ellos y asi lograr otra atrocidad…








Espero que les haya gustado. Saludos y hasta la próxima! :3



Brian Tomas Villalba